domingo, 28 de abril de 2013

La inexistente perfección.

Veo imposible que exista una persona como la que yo imaginé que eras tu, porque ni ahora ni antes ese símbolo existía. Dudo mucho que nadie iguale el papel que cumplías en mi cabeza ya que ahora, con los ojos abiertos, se ve todo mucho más borroso. Las luces nunca ciegan y la oscuridad nunca es plena.
Producto de la mente fue la perfección para la que intenté ser perfecto. Y ahí quedan los dos entes, el imaginario y el intento. El primero murió en un sueño, el segundo desapareció al despertar. Ni uno ni otro creo que vuelvan. No volverán el corazón y la entrega de antes, tampoco la imaginación. Adiós a ambos, fuisteis la perfección durante un tiempo.

sábado, 13 de abril de 2013

1503 noches, más o menos, más bien menos.

1503 noches, o al menos eso me han parecido, aunque oficialmente no sean ni la décima parte. Una película de acción para curar el bajón, el mal rato sin tener un por qué, o si... Cada día, cada noche pasan de la misma forma, igual, un sinsentido constante sin pies ni cabeza, sin principio ni fin, sin significado alguno que hace que no puedas evitar planteante el mundo al menos una vez al mes, y eso es lo que hago. En un vórtice donde los amores van pasando sin fama ni sentimento. Cada día diferente, todos los días igual. Vacío y nulo. No hay palabras, no hay abrazos, no hay sentimientos que llenen un saco roto y deshilachado. La vida sin ellos es un poco menos vida, un poco bastante.
Cada día gusta menos que el anterior, vale menos que el anterior. Si todo lo que me rodea desapareciese me sentiría igual de vacío y nulo. Nada vale nada. Lo que merecia la pena me ha enseñado lo prescindible que soy, lo prescindibles que somos en cualquier lugar. No hay destino ni final visible, día tras día así, día tras día haciendo de muñequito de pruebas del mundo, de mero figurantes del lugar donde hace tiempo dejé de ser protagonista, o al menos secundario.
Algo, aunque no mucho, cura el decirlo, en este caso escribirlo. Algo cura el desahogarse, y ya que no hay hombro ni oídos que quieran oír a un pesado a cambio de nada, lo hago aquí, donde alguien que no conozca lo leerá y tal vez se sienta identificado, o al menos, al igual que con el jazz, hará que se sienta un poco más como yo o, quien sabe, tal vez afortunado de reconocer lo que tiene. Aquí dejo caer la hoja, en el vacío, en mi interior.