martes, 26 de febrero de 2013

POST DATA

No mezcléis amistad y amor. Si sale bien será genial, pero sino podéis perder las dos cosas. 

PUNTO Y FINAL

"Tan sólo seremos libres cuando no haya más que perder."

No hay mejor sensación que despertarse un día y ver que el viento ha pasado las hojas del libro que te acontecía. Ya poco te importa nada de la historia que se ha contado y de lo que ha pasado, ahora es otro el que tiene la granada en su mano, que se preocupe él. Ya disfruta lo bueno, que aguante también lo malo. La libertad es lo mejor que se puede tener, lo mejor de lo que se puede disfrutar. No sería justo infravalorarla cuando la tenemos, no sería justo que nos la volviesen a intentar quitar. Ya la perdí injustamente antes, ya dejé de disfrutarla por entregarme completamente. Ahora que lo sufran otros, ahora que se esclavicen otros. Mis hojas ya han pasado, mi libro ha avanzado situándose en un capitulo indiferente. Donde había escrito un puntos suspensivos ahora hay un punto y final. Hasta aquí llegó, aquí termina. Leer atrás y valorar lo que estuvo escrito, lo que tuvo tu nombre, lo que se disfrutó y aguantó, lo bueno y lo olvidado, lo malo. No volverá a repetirse la historia, esta es la última hoja del viejo libro que no se volverá a abrir, quizá lo escriban de nuevo y me alegraré, y ojalá sea así, pero este ha terminado un año después. Bastante ha durado... PUNTO Y FINAL.

domingo, 24 de febrero de 2013

Palabras ya escritas

A veces no es necesario pensar, no es necesario escribir. A veces otros ya lo han hecho y pueden hablar por ti.
 Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
 Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada,
 y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
 El viento de la noche gira en el cielo y canta.
 Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
 La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
 Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
 Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
 Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
 Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
 Y el verso cae al alma como pasto el rocío.
 Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
 La noche está estrellada y ella no está conmigo.
 Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
 Mi alma no se contenta con haberla perdido.
 Como para acercarla mi mirada la busca.
 Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
 La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
 Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
 Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
 Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
 De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
 Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
 Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
 Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
 Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
 mi alma no se contenta con haberla perdido.
 Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
 y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
 Pablo Neruda

viernes, 22 de febrero de 2013

Gritos mudos

Hay momentos en la vida en que se necesita más que nunca a una persona solo para abrazarla y para recibir un beso de ella. Alguien que escuche lo que te sucede, alguien que sea capaz de consolarnos y hacernos sentir que podemos contar con su cariño. Es importante sentir a esa persona cerca en los mejores y peores momentos. Hoy necesito sentir el abrazo fuerte de una persona y no lo tengo. Necesito alguien que mirándome a los ojos me diga que me quiere, alguien que me haga sentir especial, que me haga comprender el sentido de todo lo que me ha ocurrido y que con un simple abrazo cure mi corazón.
Cuando realmente importa no hay nadie. Cuando realmente es necesario, nadie tiene el consuelo que se necesita. Es mucha gente la que puede decirte que está y estará ahí, pero ninguno tiene ese abrazo que se necesita, ninguno ese cariño. 
Hoy necesito más que nunca ponerle el posesivo mi a princesa y que ésta me abrace fuerte.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Colisión

Todo cambia, las cosas son así. Sólo es necesario influir, no siempre conscientemente. El mundo siempre ha estado condenado al cambio, irrumpamos en él o no. Cada día se pierden y se encuentran amistades, desaparecen sentimientos, muere o nace cariño.
Podemos intentar amortiguar los golpes, hacer más leves los daños, hacer los cambios menos bruscos. Separar unos metros el muro contra el que estamos condenados a colisionar, aunque a veces sin saberlo lo acercamos o nos empujamos a él, pero, al fin y al cabo, estamos condenados a la colisión.
Irremediablemente, aunque luchemos contra ello, todo cambia. Las personas evolucionamos, nuestra mentalidad se transforma, no siempre correctamente, pero lo hace. El dolor es la mejor mecha para prender esos cambios, aunque no la más indicada, no la.mejor decisión, pero una vez prendida es difícil de apagar, difícil de cortar, y sólo el tiempo puede hacer más leve el daño.
Estamos condenados a cambiar, a evolucionar, sino fuera así el mundo no sería hoy como es, nuestras vidas serían diferentes.

lunes, 18 de febrero de 2013

Próximo destino

Una fina lluvia humedecía el asfalto. No encontraba su maleta en el interior del maletero del autobús. Entonces se cruzó ella, simpática, agradable y, sobretodo guapa.
-Lo siento, creo que hemos confundido las maletas. -dijo tímidamente una chica de pelo moreno, piel oscura  y cara fina.
Sus miradas se cruzaron momentáneamente. Ambos sonrieron bobaliconamente y acto seguido intercambiaron el equipaje. 
-Ya decía yo que mi maleta no llevaba un lazo rosa. -dijo él en un intento para quitar peso al asunto y a la vez parecer gracioso.
-Sí, no te pega mucho.
Ambos se separaron esbozando una sonrisa. Al intentar salir por la puerta de la estación volvieron a tropezar el uno con el otro. Él, prestando su mejor sonrisa, la invitó a salir primero caballerosamente. Durante todo el camino fueron el uno al lado del otro, esperando el semáforo, andando por la calle... 
Es bastante guapa, pensaba él mientras la observaba por el rabillo del ojo. Además, su voz era dulce, su sonrisa preciosa y le había parecido muy simpática.

Perdona, me has parecido una chica tremendamente atractiva. Tu sonrisa cuando hemos cruzado las palabras me ha vuelto loco. Desde que hemos salido de la estación no hemos hecho nada más que coincidir, y desde ese preciso instante no he podido dejar de mirarte, no he dejado de pensar en que podría decirte. Desde el primer momento en que has hablado se han acelerado las pulsaciones. Y ahora que te hablo siento que se me va a disparar el corazón. Me encantaría conocerte, me encantaría verte de nuevo,¿me darías tu número?¿me dejarías llamarte?

De repente salió de ese pensamiento en que se había sumergido. Miró hacia atrás buscándola, dispuesto a hablarle, dispuesto a contarle lo que pensaba, pero no estaba, había desaparecido. Debió haber girado en la anterior esquina, mientras estaba despistado. Todo seguía normal de nuevo, todo seguía su curso. Repentinamente oyó una voz por delante de él. Una chica parada en la acera le estaba hablando. 
-Parece que fuéramos al mismo sitio -se escuchó entre una risita- ¿Cómo habías dicho que te llamabas?
Era ella, estaba allí. Su corazón se aceleró de nuevo. Su mundo se paró. Y, decidido, se acercó a ella.

viernes, 15 de febrero de 2013

Cambios bruscos, soles desconocidos

Subes la persiana y descubres un sol inmenso entrando por la ventana. Quizá había estado ahí antes, quizá es que llevaba tiempo sin asomarme a buscarlo. No deja de ser un día cualquiera, un día como el resto, pero  con una diferencia la persona que menos esperabas te ha hecho sonreír y te ha devuelto la sonrisa. Ese sabor que deja acostarse feliz, ese que continúa cuando te despiertan con un buenos días, con una frase especial. Ese sabor que tenía olvidado. Pequeñas cosas, pequeños detalles, pero a veces son los que nos empujan mejor de lo que pudiera hacerlo cualquier otra cosa. Había olvidado que las cosas pueden cambiar de un día a otro, sin apreciarlo, sin darte cuenta, no sólo para mal, sino también para bien, no sólo se pierden personas, sino que también se encuentran. Sin saberlo, cualquier día puede ser especial, cualquier día puede entrar el sol por la ventana si hay una sonrisa que te anima a subir la persiana. Una sonrisa que creías irrepetible, que tenias olvidada.

jueves, 14 de febrero de 2013

14 de cualquier mes

-Eres mi cielo

-¿Por que me dices eso si no lo piensas? A ver ¿que he hecho yo por ti? ¿que he hecho para ser tu cielo?

-¿Que quieres que te diga?
¿que desde antes de conocerte ya te echaba de menos?
¿que cada vez que me despierto es por que se que hay alguien como tu ahí?
¿que cada vez que te recuerdo se me dibuja una sonrisa en la cara?
¿te parece poco motivo para que seas mi cielo o quieres alguno mas?

Quizá me quedara corto, o quizá entonces no sabía realmente cuan verdad era aquello que te decía. No puede ser menos que un cielo la persona que por un tiempo ha sido el significado de todo y que consiguió enseñarme lo que era ser feliz. Un día si otro también era el sueño mientras dormía y la ilusión cuando estaba despierto. Quizá pasen los días, pero los sentimientos, por mucho que me empeñe, por mucho que intente engañarme y enmascararlos, no han pasado tan rápido. Seguiría si pudiera haciendo de cada día un día especial, seguiría poniendo una rosa en tu puerta, una carta bajo la alfombra o un regalo en el balcón. Hoy, aunque no deje de ser un día más hecho de menos un beso, echo de menos sorprender a esa persona que sigue ocupando mi mente cada día. Hoy, día de los enamorados o no, yo lo sigo estando de ti, y tendrá que pasar aún mucho mas tiempo para que algo que era tan fuerte se pase, para que deje de pensar que no habría mejor regalo hoy que tu.

lunes, 11 de febrero de 2013

Desconocidos

Está claro, las situaciones, como las personas, cambian. A veces influenciadas las unas por las otras. Nada pasa desapercibido para nosotros y eso nos hace volvernos diferentes, nos hace cambiar progresivamente casi sin darnos cuenta. Al final lo que no queríamos sustituir nos ha cambiado a nosotros, ha cambiado, en parte, nuestra forma de ser, nuestra forma de reaccionar. Al final el tiempo ha conseguido lo que no queríamos que pasase, nos ha transformado, nos ha hecho diferentes. Ha cambiado las palabras por silencios, la confianza por inseguridad y el cariño por indiferencia. Ha transformado a los amigos en desconocidos. Al final se ha salido con la suya.
A veces involuntariamente cambiamos, dejamos de comportarnos del mismo modo con las mismas personas, tanto para bien como para mal. Por defensa propia o por el entorno reaccionamos de una forma distinta, de un modo diferente, algo que en el tiempo nos termina haciendo desconocidos.

viernes, 8 de febrero de 2013

Lápiz y papel



No era consciente de como a veces escribir puede poner los sentimientos a flor de piel, tanto o más que leer. Quizá antes nunca me había dejado llevar de ese modo por el hecho de saber que cualquier persona podría leer lo que hacía. Quizá esto sólo haya pasado al escribir de nuevo para mí, como hacía al principio. Cómo sin apenas notarlo pueden excitarte, cómo puedes remover recuerdos sin notarlo, sin quererlo, cómo si te dejas llevar puedes adentrarte en un mar de palabras del que sólo terminas siendo consciente al releer, al observar que las palabras se han ido haciendo cada vez más profundas en un texto que poco a poco se ha ido transformando en un grito, una voz que sale desde dentro de uno mismo hacia el exterior. La voz de un interior aprisionado y encerrado que al fin ha podido encontrar un modo de hacerse oír, un modo de desahogar toda esa marea contenida. Ves cómo en la ansiedad del momento ha quedado revelado lo que estaba oculto incluso para uno mismo, cómo se libera la realidad y los verdaderos sentimientos sin censura alguna, cómo descubres que realmente hay algunas cosas que nos ocultamos a nosotros mismos por agradar a los demás, cuando realmente es a nosotros mismos a quien debemos agradarnos. Una hoja de papel que se transforma en el confidente que no tengo, en el lugar de desahogo, en esa persona que te comprende, te oye y a la que no tienes por qué agradar. 

jueves, 7 de febrero de 2013

Aprender y desaprender

Tal vez me quede mucho por aprender. Tal vez no sepa todo lo que deba saber sobre amor, pero no soy, ni mucho menos, el chico inocente que era hace no tanto tiempo, no soy tan ingenuo como pudiera haberlo sido antes con ciertas cosas, no soy tan entregado, ni tan confiado con respecto a las personas. Aprendo rápido, quizá demasiado, más aún cuando los golpes son fuertes, cuando te has dado cuenta que no siempre las palabras significan lo que realmente dicen, cuando descubres que la felicidad puede irse mañana mismo dejándote con la duda de si volverá a aparecer en tu vida. Las lecciones se dan una tras otra sin demasiado descanso, eso es seguro, eso es así. A veces, esas lecciones, se toman demasiado en serio y tal vez sea necesario desaprender, sea necesario obviarlas y que decida la vida si te las vuelve a repetir. Desaprender a no confiar, no entregarse, no darlo todo, no desear querer por si duele... tal vez así sea más fácil aprender lo más importante, algo que aún no sé, aprender a ser feliz de nuevo.

martes, 5 de febrero de 2013

Enredado

En sus ojos se pierden los míos. El destello que los hace relucir al cruzarse las miradas me anuda la garganta y me encoge el corazón. Décimas de segundo después se dibuja una sonrisa perfecta en sus labios, se hinchan dulcemente sus mejillas y, por un instante, mi vista deja de distraerse en sus ojos para hacerlo en su boca.
Cada vez más cerca de ella, más cerca de su piel. Sintiendo el contorno de su cintura mientras mi mano se desliza por ella y a la vez, poco a poco, la recorre. Su pelo rubio, arrastrado por el aire con mimo, se enreda y se encrespa en mi barba a la par que sus ojos claros no dejan de decirme cosas, no dejan de brillar.
Podría pasar la eternidad así, con esa sensación, con ese aprecio, con esa luz, con ese encanto que enamora y ese cariño que desborda su mirada. Con ese sueño.

domingo, 3 de febrero de 2013

Y, al final, explotar

Los nervios a flor de piel, las sensaciones rebosantes y los sentimientos encerrados tras una puerta que poco a poco cede a unas embestidas continuas y potentes. Cada paso en contra parece malo, parece ser molesto. El mundo gira en una dirección distinta a la que esperamos, a la que buscamos, a la que habíamos pensado, e intentamos cambiarlo. Intentamos empujarlo pretendiendo arrasar con todo lo que se interpone, con todo lo que nos molesta. Pretendemos llevarnos por delante todo lo que tal vez seria más fácil dejar pasar, ignorar. Cada palabra puede clavarse en la mente y el corazón de una persona, por insignificante que sea. Todo depende del estado de ánimo en el que se encuentre, de cómo sean sus sentimientos y de cuán fina sea la capa que los cubre, independientemente de lo dura que sea esa coraza que a veces solo sirve para retener, para evitar que los sentimientos salgan y no para impedir que entren, y cuando esto pasa es posible que, como en una olla a presión demasiado llena, sean tantos que la coraza explote, que reviente, algo que tal vez sea más necesario de lo que parece, algo que tal vez me deje descansar.

viernes, 1 de febrero de 2013

Un día menos

No hace mucho había un día a la semana que esperaba con ansia. Deseaba que llegase el viernes, fuera una buena o una mala semana. Sabía que ese día siempre reia, siempre disfrutaba, sabia que por imposible que lo considerase se me olvidaba todo. Como el mejor antibiótico me curaba de lo que huriera pasado.
Ahora las cosas son diferentes. No hay sonrisa, no hay nada que disfrutar, ni mucho menos medicina que cure herida alguna, al contrario. Ha quedado un día triste, un día empañado, un día más, aunque mejor dicho, un día menos, porque para nada suma en mi vida. Los recuerdos me nublan y cuando no son ellos es la sensación de soledad. La sensación de que ha pasado una semana más, que el día anterior salí para disfrutar y, semana tras semana eso no ocurre, no lo hago. Busco inutilmente una sonrisa en alguna parte que me haga sentir mejor, pero eso no existe, tras la barra del bar sólo queda el final de otro día en el que no soy capaz de avanzar, en el que ni puedo ni quiero encontrar a alguien que me haga cambiar de parecer. Viernes tras viernes veo que una semana más no ha existido persona alguna que me haya hecho sonreír, que me haya parecido especial, que haya conseguido que el viernes tome otro significado que no sea el de pensar que los días no merecen la pena en este lugar. Quizá en la cama esté mejor que en ninguna otra parte.