Cada vez más cerca de ella, más cerca de su piel. Sintiendo el
contorno de su cintura mientras mi mano se desliza por ella y a la vez, poco a
poco, la recorre. Su pelo rubio, arrastrado por el aire con mimo, se enreda y
se encrespa en mi barba a la par que sus ojos claros no dejan de decirme cosas,
no dejan de brillar.
Podría pasar la eternidad así, con esa sensación, con ese aprecio, con esa luz,
con ese encanto que enamora y ese cariño que desborda su mirada. Con ese sueño.
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