-¿Has sido tu la que has gritado? ¿te he hecho daño?, lo siento.
- Pues claro que me has hecho daño, ¿por qué lo has hecho? - dijo la caracola.
- Porque puse el oído y no oí el mar como en el resto de caracolas.
- No me preguntaste, pero aun así, a mi no me gusta imitar al mar, dime, ¿de que sirve una caracola, que estando al lado del mar hace su ruido?
- ...
- Yo te lo diré, no sirve de nada, por eso yo no susurro como las otras, porque prefiero hablar de lo bonito que es oírlo, ¿que quieres que te diga? soy distinta.
- Llevas razón. Nunca lo había pensado así, te había tirado por ser distinta pero ahora quiero recogerte por la misma causa... y es que me he dado cuenta de que no eras distinta, que en realidad, eras especial- dijo el niño sonriendo.
La caracola rió también y el niño se sentó a su lado para escuchar el mar junto a ella y hablar de lo bonito que era. Desde aquel día el niño no dejó de ir ni una sola vez a buscar a su caracola y pasar ese momento del día hablando junto a ella"
0 comentarios:
Publicar un comentario