Lo recuerdo perfectamente. Se separaron, se alejaron
suavemente los unos de los otros notando hasta el último roce, notando la
humedad tierna y escalofriante que se adhería a ellos. Separándose tal vez
definitivamente sin poder decirse adiós, sin saber que tal vez fuera la última
vez que se rozasen, que se sintiesen. Así sintieron mis labios a los tuyos y
así los echan de menos, de esa misma forma que podría echarte yo a ti, de esa
misma forma que mantengo el recuerdo de cada segundo, dulce o amargo, aunque
tristemente mas reciente el amargo. Labios que se perdían en una lejanía
incapaz de entender entonces por los míos, los cuales, aun rebosantes de
ignorancia, pretenden volverlos a sentir
añorándolos cada día, cada noche, cada segundo, resignándose a pensar que aquel
pudiera ser el último cuando tanto tiempo lo habían probado, cuando tan
ignorantes fueron de no despedirse mejor de ellos. Cuando tan sabios fueron de
haberlos besado.
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