lunes, 28 de enero de 2013

Cuando flaquean las fuerzas

Y entonces un día, mientras observas pensando el techo de encima de tu cama, te das cuenta. No tienes fuerzas, son pocas las que te quedan. No existe un buenos días que realmente lo signifique. Las ganas de continuar, de hacer nada y las razones para hacerlo son casi nulas, sigues por inercia, por no dejar todo a medias, porque alguien te ha enseñado que quizá es lo correcto, lo normal. Pero te encuentras en un punto al que nunca habías pensado llegar. En un lugar que te resulta indiferente, sin nada que te empuje, sin nada a favor. Te despiertas sin más fuerzas que las de seguir tirado en la cama. No existe nada, pero tampoco las ganas de encontrarlo, solo las ganas de huir. Trabajas día a día para un futuro que no te gusta, ha desaparecido el entusiasmo por querer ser el mejor para alguien y las ganas de poder comenzar una amistad que pueda llegar a nada, de poner el empeño en conocer a alguien, pasar los días con conversaciones largas y con las que disfrutar, pero no existen las ganas de hablar, no existen las fuerzas ni las razones suficientes y tampoco la persona que consiga avivarlas. El chico gracioso, simpático, original, ingenioso y especial que podría ser para alguien simplemente se esfuma y desaparece, vencido por la vida, con el único pretexto de ir a dormir, de que termine un insulso día más en el que el resto del mundo avanza. No tengo ganas de agradar a nadie, ni tan siquiera a mí mismo, no merece la pena porque sirve de poco, lo único que termina viniendo de frente son los golpes y llega un momento en el que te cansas de esquivarlos, en el que decides que tal vez lo mejor sea escapar de ellos a un lugar donde tal vez no lleguen, donde no vuelvan a dolerte, pero no tengo valor para huir.
Llega un momento en el que sin haber llegado a disfrutar realmente de nada estas cansado de todo.

sábado, 26 de enero de 2013

Se pueden confundir sueño y realidad

Ayer volví a soñar. Era nítido y real como pocos, de esos que una vez despierto consiguen mantenerte aún sumergido en ellos, inhibiendo nuestra capacidad de diferenciar lo veraz de lo falso hasta que, finalmente, la realidad nos devuelve la cordura.
Sentía el aroma dulce de su cuello, la suavidad de su piel, el cosquilleo de su aliento al hablarme. Sentía hechizarme de ella, sentía reales nuestros susurros, sentía las ganas irrevocables de rozar su piel con mis labios y como con placer me correspondía cada uno de los besos que le daba, con el mismo ímpetu, con la misma pasión. Los escalofríos recorrían mi cuerpo a la par que sus labios mis mejillas y mi cuello. Sentía su cuerpo pegado al mío, sentía el calor de su abrazo, sentía como yo se lo devolvía con cariño y veía como su sonrisa provocaba la mía, como sus ojos mirándome hacían que brillasen los míos. 
Al despertar me di cuenta que no había nadie conmigo, que no desayunaría a su lado, tenía la ingenua sensación de que me habían arrebatado lo que no había tenido. No conocía aquellos ojos que en sueños se me habían clavado, no había visto nunca aquel dulce rostro. Había sido todo un sueño, un sueño que me hizo confundir la realidad, que me hizo sentir especial, que me hace pensar si esos ojos existirán en algún lugar. Quiero encontrarlos, necesito encontrarlos.

jueves, 24 de enero de 2013

Placeres

Un café con espuma, bien hecho, con paciencia y la cantidad justa de azúcar. Tomarlo a media tarde, sentado en el sofá con una luz tenue entrando por la cristalera de la terraza y una de tus series favoritas en el televisor.
Una copa de Bombay Shappire con Nordic después de cenar, relajándose en el sillón justo antes de salir, de fondo Speed of sound de Coldplay. Agitar la copa lentamente y sorbo a sorbo disfrutarla y saborearla.
Salir de la ducha tras un día agotador y tumbarse en la cama mirando al techo, con el pelo aún algo húmedo, colocar los brazos bajo la nuca y respirar profundamente.
Pequeñas cosas que merecen la pena, pequeños detalles hay que disfrutar, como estos otros muchos, diferentes en cada persona. ¿Que sería la vida sin ellos?  

miércoles, 23 de enero de 2013

La estima por lo que se tuvo

Echo de menos cerrar los ojos y ver siempre a la misma persona. Echo de menos cuadrar cada segundo de mi tiempo para, finalmente, dejar todo y pasarlo junto a ella. Echo de menos querer pasar el tiempo libre al lado de alguien. Echo de menos los días que sentía especiales por el mero hecho de verla. Echo de menos girar la cabeza y encontrar una sonrisa que me despide o un beso que me sorprende. Echo de menos que cualquier cosa termine recordándomela siempre. Echo de menos planear estupideces en mi cabeza, mil historias perfectas y mil locuras que seguro alguna vez sería capaz cumplir. Echo de menos la forma en la que todo cobraba un sentido diferente, en la que todo giraba en torno a alguien. Echo de menos desear a una persona con solo mirarla. Echo de menos querer dar todo por alguien. Echo de menos añorar un lugar más que otro por saber que hay algo que te acerca más a él, que te hace más afín a estar allí, en definitiva, un lugar al que querer volver. Echo de menos amar.

viernes, 18 de enero de 2013

Noches que no acaban

Es, sin duda, en las noches tediosas como esta cuando más se acentúa la soledad. Sin nadie con quien pasarlas, sin nadie de quien despedirse con un beso a altas horas de la noche tras haberse divertido a su lado, sin poder dormir. Sin nada que hacer, divagas en una especie de zapping frente a la pantalla del ordenador, aburrido, callado, solo, escuchando los murmullos estruendosos de la gente que en la calle se agolpa para disfrutar de un día de fiesta. No recuerdo noches anteriores así, no recuerdo haberme sentido de este modo nunca. Una película, las páginas de un libro, con algo de suerte, son el mejor plan de hoy, de mañana y posiblemente de muchos más días, eso siempre y cuando ninguna de las dos toque un tema que no quiero ver, que me haga pensar más de lo que debo en las cosas que no deseo, porque de ser así los abandono cruelmente a su suerte hasta volverme a ver con las fuerzas suficientes para enfrentarme a ellos, al menos hasta la próxima noche aburrida.

jueves, 17 de enero de 2013

De príncipes azules

Cuantas veces habré oído eso de “¿Quién no quiere una historia así?” o “Los hombres así no existen”. La persona correcta se moriría por darlos esa historia, se moriría por haceros sentir como una princesa, se desviviría en cada segundo con la persona a la que quiere. Lo sé porque yo lo haría. Pasaría cada segundo haciéndola sentir la princesa que es para mí, haciéndola reír e intentando hacerla  sentir la persona más feliz del mundo. El problema es que no es conmigo con quien se puede cumplir esa historia. Lo difícil es coincidir en las dos frases, ser quien está dispuesto a dar todo por esa historia y a la vez ser el “hombre así” de la imaginación de alguien. El problema es que no existe el príncipe para una princesa, pero tampoco la princesa para un chico del monton. El problema es que no se puede porque, como oigo decir, esas cosas solo pasan en las películas, esas coincidencias solo se dan en las películas.

martes, 15 de enero de 2013

Y voló no demasiado lejos

Cogió la llave y la introdujo lentamente en la cerradura, sabía que si dejaba la puerta abierta terminaría huyendo. Así lo hizo, desconfiado pasó días indeciso mirando aquella puerta abierta sin nada que le detuviese, pero finalmente, temeroso, se acercó a ella y escapó volando buscando regresar a casa. Así salió aquel corazón de aquella pequeña jaula, no le hubiera molestado lo más mínimo permanecer allí siempre, pero le dejaron ir. Mientras huía se paraba a descansar y miraba atrás con anhelo aquella que había sido su jaula, aquella que había sido su casa, dejando caer alguna lagrima por los recuerdos allí vividos, añorante y melancólico. Demasiado fácil había sido escapar. Cada día aquel corazón vuelve a aquella casa, a aquel lugar, y apoyado en la ventana observa tras el cristal la que fue su jaula, aquella a la que no volverá, y mientras tanto piensa, si alguien será capaz de volver a enjaularlo, se pregunta cuánto tiempo pasará hasta que capturen de nuevo a este estúpido corazón.

sábado, 12 de enero de 2013

Caminando a solas

Y al despertar sentirte solo. Sentirte vacío, sin nada, hundido hasta lo más hondo. Sentir que una fría almohada es lo único puedes abrazar en tu cama cada noche. Sentir que el tiempo pasa y que sigues estando solo, sigues sin sentir una verdadera emoción. Que los años se alargan sin razón y tu corazón sigue sin ser descubierto. Ves pasar el tiempo y a las personas, andando en parejas, y mientras tanto tu, como en un mal sueño, caminas solo, envidiándoles. Cuando te empeñas en echar de menos lo que no has tenido. Cuando lo único que te alienta es una dulce voz en el viento que se empeña en convencerte de que eres especial, de que habrá alguien más ahí, de que lo habrá para ti, pero aun así, nadie es capaz de convertir esos miedos en aire.

miércoles, 9 de enero de 2013

Flechazo (Parte 2)

"Ella giró la cabeza y entonces se topó con su mirada, bobalicón volvió presuroso la vista, intentando disimular lo evidente. ¿Se habría dado cuenta?, se preguntaba. No pudo evitar mirar de nuevo y allí estaba ella, mirándole a él fijamente con sus brillantes ojos marrones, regalándole la sonrisa más dulce que hubiera visto jamás.
El semáforo se puso en verde, ahora no tenía prisa ninguna, podría haber permanecido allí siempre, pero ella se marchaba por delante de él. Leo clamaba al cielo porque girase en su misma dirección, por seguir mirando un poco más a aquella chica, a aquellos shorts vaqueros ajustados, medias tupidas y cazadora negra que se ceñía perfectamente a su cintura, por mirar un poco más su pelo y su bonita cara.
Ella giró en dirección opuesta. Leo maldijo su suerte, sabía que tal vez no volvería a verla jamás, que esa historia terminaría allí, en su mente. Se preguntaba qué pensaría ella, qué pasaría si hubiese sentido ese mismo chispazo. Sentía la necesidad incontrolable de preguntarle su nombre, de decirle que en ese instante a su lado su corazón había latido como hacía tiempo que no lo hacía, de pedirle que fuera con él a tomar algo, de conocerse, pero pensaría que estaba loco.
Dejando la vista atrás siguió su camino hasta perderse en la siguiente esquina, rumbo a casa, víctima de lo que supuso que sería un flechazo."

martes, 8 de enero de 2013

Flechazo (Parte 1)

"2… 1… El semáforo se puso en rojo, que oportuno se dijo Leo. Acababa de salir de la facultad tras toda una mañana de clases. Tenía los dedos entumecidos del frío, aquella mañana el conserje de la universidad había olvidado activar la calefacción, quería llegar a casa cuanto antes para entrar en calor. Miraba impaciente de un lado al otro de la calle, buscando una pausa entre los presurosos coches para poder cruzar e irse cuanto antes. Fue en aquel instante cuando Leo la vio a lo lejos, caminaba lenta pero impetuosamente por la misma acera en la que él se encontraba, se apartaba el pelo de la cara dulcemente con una mano mientras con la otra abrazaba una carpeta. Se desvaneció rápidamente el deseo de que el semáforo se pusiera verde, era curioso, ahora quería que se retrasase lo más posible, que le diera tiempo a ver de cerca a aquella belleza de pelo castaño que se aproximaba sinuosa.
Según se acercaba le asaltaban las dudas, Leo no veía demasiado bien de lejos, a pesar de llevar lentillas eran muchas las ocasiones en las que entornaba los ojos, en aquel momento pensó que quizá fuera hora de acudir de nuevo al oculista. Tal vez  la visión de aquella chica fuese un espejismo y, al acercarse, resultase ser peor de lo que él esperaba, tal vez aquella espera no compensase el frío que le recorría el cuerpo… Se equivocaba, de manera que se acercaba aquella chica iba pareciéndole más y más bella, no podía dejar de mirarla hasta el momento en que se situó a su lado."

domingo, 6 de enero de 2013

Mi sueño de hoy

Coge tus cosas y salgamos ahí fuera. Veamos hoy lo que nos espera, quema la noche conmigo, acompáñame a olvidarme de todo. Sube alto junto a mi y miremos la ciudad desde las nubes como hace tiempo que no lo hago, como hace meses que no la veo, sintiendo tocar el cielo en un silencio ensordecedor. Poner fin a las horas muertas, al tiempo que pasa vacío e insulso empeñado en ser mi único compañero, el que busco evitar esta noche pasándola a tu lado.  Bailemos pegados con la música de fondo, con cuidado de no pisarnos por las estrecheces de este pequeño salón y, una vez exhaustos, caigamos rendidos sobre el sofá, con la última copa en la mano y la ilusión de repetirlo de nuevo, de que cada segundo juntos sea igual. Se mi sueño de hoy.

sábado, 5 de enero de 2013

Un asesinato mas

En la esquina de la calle Jazmín con Bécquer lo apuñalaron por sorpresa. Anduvo pesaroso hasta casa sin sentir apenas un leve pinchazo, inconsciente de lo que había sucedido. Le propinaron una herida de muerte, pero el aún no lo sabía.
 No hay un lugar ni un momento en el que muera el amor, pero si hay un lugar donde se le mata, donde es asesinado. Muere sin quererlo, sufriendo cada noche por la herida que se le ha ido haciendo y que en muchas ocasiones se sigue repitiendo sin apenas notarlo. Ese golpe certero que consiguió herirlo de muerte. Así es como muere el amor, nunca de viejo, porque así no puedo hacerlo, nunca en una cama por la noche sin notarlo ni sufrir. El amor muere sufriendo, lentamente, poco a poco, como una llama que sin oxígeno se consume e intenta inútilmente respirar en una oscuridad cada vez más tenue, cada vez más triste, en plena soledad. 

jueves, 3 de enero de 2013

No hay un mejor momento

Hacer las cosas en el momento en que las pensamos, ese es el momento idóneo. Quizá sea loco, quizá sea excesivo, pero ¿por qué guardarlas para luego?
No volveré a dejar una idea para más tarde, a dejar algo para otro momento porque piense que, en un futuro, podrá ser mejor, cuando se que, tal vez, ese momento nunca llegue. No volveré a planear las cosas tan conscientemente, simplemente lo haré o no, porque he aprendido que quizá no haya un mañana mejor para hacerlo, que quizá ese día perfecto sea hoy. Si no es de ese modo esas ideas se terminan transformando en sueños que poco a poco desaparecen, que sabes que no se cumplirán, y es que no hay mejor momento que hoy, no hay mejor oportunidad que esa en la que te apetezca hacerlo, no hay mejor instante que el que se vive segundo a segundo.

martes, 1 de enero de 2013

Año nuevo


Un año más, un año menos.
He vivido más historias que contar y más momentos que recordar que muchas personas en toda una vida. He podido querer con todo el corazón y perderlo. He sufrido, pero he disfrutado. Se va un año que hoy veo triste, pero no es realmente así si hecho la vista atrás, si rememoro todos y cada uno de los momentos que me ha ido dejando. Momentos que espero que este año sean mejorados, historias que vuelvan a ser escritas de una manera mejor y que, todas y cada una de ellas, lleven el amor, el cariño y el sentimiento que han llevado sus predecesoras. Se lleva consigo una parte enorme de mí, un recuerdo que no borraré nunca y los mejores instantes de mi vida, pero me deja dos amigas que no voy olvidar jamás, una de ellas demasiado especial. Este año se lleva a mi protagonista y se lleva una parte de mi corazón, pero espero que el nuevo traiga alegrías suficientes como para poderlo olvidar.