Cogió la llave y la introdujo lentamente en la cerradura,
sabía que si dejaba la puerta abierta terminaría huyendo. Así lo hizo,
desconfiado pasó días indeciso mirando aquella puerta abierta sin nada que le
detuviese, pero finalmente, temeroso, se acercó a ella y escapó volando buscando regresar a casa. Así salió aquel corazón de aquella pequeña jaula, no
le hubiera molestado lo más mínimo permanecer allí siempre, pero le dejaron ir.
Mientras huía se paraba a descansar y miraba atrás con anhelo aquella que había sido su jaula, aquella que había sido su casa, dejando caer alguna lagrima por
los recuerdos allí vividos, añorante y melancólico. Demasiado fácil había sido
escapar. Cada día aquel corazón vuelve a aquella casa, a aquel lugar, y
apoyado en la ventana observa tras el cristal la que fue su jaula, aquella a
la que no volverá, y mientras tanto piensa, si alguien será capaz de volver a enjaularlo, se pregunta cuánto tiempo pasará hasta
que capturen de nuevo a este estúpido corazón.
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