viernes, 18 de enero de 2013

Noches que no acaban

Es, sin duda, en las noches tediosas como esta cuando más se acentúa la soledad. Sin nadie con quien pasarlas, sin nadie de quien despedirse con un beso a altas horas de la noche tras haberse divertido a su lado, sin poder dormir. Sin nada que hacer, divagas en una especie de zapping frente a la pantalla del ordenador, aburrido, callado, solo, escuchando los murmullos estruendosos de la gente que en la calle se agolpa para disfrutar de un día de fiesta. No recuerdo noches anteriores así, no recuerdo haberme sentido de este modo nunca. Una película, las páginas de un libro, con algo de suerte, son el mejor plan de hoy, de mañana y posiblemente de muchos más días, eso siempre y cuando ninguna de las dos toque un tema que no quiero ver, que me haga pensar más de lo que debo en las cosas que no deseo, porque de ser así los abandono cruelmente a su suerte hasta volverme a ver con las fuerzas suficientes para enfrentarme a ellos, al menos hasta la próxima noche aburrida.

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