jueves, 11 de octubre de 2012

Dime dónde tenemos que perdernos

¿Cuándo va a desaparecer la gente?
Me pregunto cuál será el dichoso momento en que nos quedemos al fin solos. Me cambió definitivamente la cara al ver que toda la ilusión que tenía puesta en esa tarde se esfumaba con la mera presencia de una persona, y aún pasando el tiempo contigo, como quería, aquello impidió que estuviéramos de la forma en la que quedábamos dibujados en mi imaginación. Imaginación que se hizo difusa y triste según transcurría el tiempo a tu lado e iba perdiendo poco a poco la esperanza de abrazarte y tumbarnos, de besarte y,  sin miedo ninguno, comerte la boca. Aunque, esto último, no sea tanto deseo como realidad, y el haber sentido por un explosivo instante tu lengua junto a la mía de esa forma merece que hoy me acueste pensando que mañana será otro día, que te quiero más que a nada y que hoy solo ha servido para que ansíe con más ganas quedarnos a solas.

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