martes, 24 de julio de 2012

Desayuno


Los días de bochorno se sucedían uno tras otro, superando progresivamente el calor del anterior, pero hoy el día se había despertado diferente, mucho más fresco, parecía que el tiempo supiera que hoy iba a encontrarme contigo, y qué mejor manera de recibirte que con un día así. Pasé la mañana contigo disfrutando de ti como deseaba, como casi había olvidado y reviviendo ese deseo que tenía cada vez que te veía y que por mucho tiempo que pasase no se había apagado lo más mínimo. Jamás me sentó tan bien un desayuno, como lo hizo aquel día, y creo que la causa fuiste tu. Al llegar a casa al atardecer me arrepentía de no haber podido hacer nada más contigo, de no haber buscado una oportunidad para besarte, pero nada impedía que estuviera contento por verte, por haber estado contigo y por haber disfrutado de ti después de tanto tiempo sin hacerlo, ni tan siquiera el deseo de tenerte podía impedirlo. Tal vez faltase algo para cumplir todo lo que deseábamos, pero el día lo tuvo casi todo, y estar contigo hoy había sido tan maravilloso como lo era tu sonrisa.

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