Llevo algunos días levantándome tarde. Aguanto en la cama
hasta encontrarme prácticamente desperezado. Me despierto sin prestar
prácticamente atención al ordenador hasta bien avanzada la mañana. Sé que tú no
estarás al otro lado. Dejo transcurrir las horas envolviéndome en un libro y,
al terminar el día, acabo sorprendiéndome por lo mucho que avanzo ahora que no
estás... demasiado, porque no me da tiempo a compartir mi impresión contigo.
Contarte lo mucho que me disgusta o gusta lo que en él ocurre. Intento recordar
todo, pero son muchas las cosas, aunque aguardo con muchas ganas el momento de contártelas
todas. El tiempo se me hace más llevadero y prácticamente sin darme cuenta cae la
noche dando lugar a que me vaya a esperar que pase otro día, aunque no sea tan
tarde como acostumbro cuando hablo contigo. Pasan las hojas que no te he podido
contar, pero te las contaré en cuanto podamos, porque parte del encanto que
tiene leerlo es poder compartirlo contigo.
0 comentarios:
Publicar un comentario