Pasear más tarde contigo me agradó tanto como siempre.
Sentirme tan cómodo y reír de la forma que solo puedo contigo. Más besos, esta vez
a solas, y los abrazos que no te había dado en toda la tarde cerraron el día.
Desde tu despedida no dejé de pensar en ti y en que no nos deberíamos haber dicho
adiós esta noche. Caí en un sueño profundo al poco tiempo de tumbarme en la
cama, pero, avanzada la noche, me
desvelé repentinamente. Al girar en la cama buscando acomodarme de nuevo
descubrí el olor de tu perfume en mi almohada y con él vino a mi mente la
visión de ti tumbada sobre mi cama horas antes. Aquella imagen me ayudó a
conciliar el sueño plácidamente y se mantuvo mi mente hasta el amanecer. Al
empezar de nuevo el día solo quería volverte a ver y estar contigo para oler de nuevo tu piel y hallar en
ella el perfume que al despertarme se había evaporado haciendo que lo echase de
menos.
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