miércoles, 28 de noviembre de 2012

Acurrucado en el calor de imaginarnos

Desde aquí sentado, mientras escribo, puedo oír el piqueteo de las gotas de lluvia en el frío asfalto. Se escuchan a la perfección las ruedas de los coches rompiendo la fina capa de agua mientras se deslizan sobre ella salpicando las aceras por donde los transeúntes se apresuran evitando la tormenta. Escribo con el absoluto deseo de tumbarme junto a ti con este sonido de fondo. Abrazarnos fuertemente bajo las mantas, escabulléndonos del frío invernal que se ha presentado súbitamente. Pasar la tarde escuchando tronar asustados como niños y permanecer durante segundos inmóviles bajo el calor de nuestros alientos, esperando el estruendo tras el último relámpago. Imagino cerrar los ojos relajadamente con tu cabeza apoyada en mi pecho, sintiendo el hormigueo de tu pelo y tu respiración en mi tripa, quedándome plácidamente dormido, sin apenas darme tiempo de articular un “hasta mañana amor”.

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