viernes, 23 de noviembre de 2012

La mala pasada de un reflejo

Vuelvo a casa de madrugada, la calle está vacía y silenciosa, a estas horas, tal día como hoy la ciudad está desierta exceptuando un coche patrulla que pasea ritmo lento por la calle, reflejando su luz añil en los escaparates y ventanas.
El frío de la noche campa a sus anchas sin nadie que pueda interponerse en su camino, dejando notar su aliento en las lunas de los coches cuidadosamente aparcados en las aceras.
Me dirijo solo a casa, deambulando por la calle, a lo lejos comienzo a oír unos pasos que en principio me aterraron, pero poco a poco me fui acostumbrando a ellos. Un chico joven andaba al igual que yo, presuroso, cobijándose del frío en su abrigo y cruzando su mirada conmigo temeroso de que le fuera devuelta. Me preguntaba cuánto tiempo no habría sido yo aquel muchacho ¿Cuál sería su razón?¿Por qué andaba a estas horas por la calle? ¿Cuál sería su historia? Me preguntaba si sería como yo, si tendría la misma suerte de querer a una persona tanto como para amarla a escondidas. Me preguntaba si huía al igual que yo de la vista de todo aquel que le conociera. Me preguntaba que pensaba.
Llegue a casa y abrí la puerta con cuidado de que nadie me oyese, intentando ocultar de nuevo lo que por un momento me sentía libre de expresar a aquel desconocido, a aquel muchacho con el que me sentí identificado, aquel reflejo de mí en el espejo del recibidor.

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