Al poco tiempo se oyó como las pisadas que nos habían sorprendido
se alejaban hasta perderse tras el ruido de una puerta. Todo volvía a
encontrarse tranquilo y, poco a poco, recuperamos la calma y la intimidad. Pudimos ser descubiertos, fue cuestión de segundos, de suerte, pero ahora que ya ha pasado no puedo evitar sonreír recordándolo, no puedo evitar reconocer
que, en el fondo, me gusta esa emoción, me gusta ese secreto, ese riesgo que me encanta correr. Aunque en
ocasiones desee que todo fuera más fácil, la realidad es que cada segundo es especial, que nada que merezca la pena es fácil y no conozco nada que la merezca mas que tu, que las historias no son buenas si no se te acelera el corazón, y ayer el mío estuvo a punto de salir disparado.
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