sábado, 26 de mayo de 2012

Me pediste un cuento II

"Había pasado el tiempo desde aquel primer encuentro y aquella primera conversación. El niño dulce que escuchaba caracolas había crecido, al igual que también había crecido el cariño que profesaba por aquella amiga que conoció un día y que no supo dejar de querer. Aquel niño vivía ahora cerca de un puerto de color ceniza al que solo le daban color los cientos de muelles y grúas de carga. Estas vistas le hacían envidiar aquella playa de arena fina, brisa suave y horizonte celeste donde la encontró por primera vez, pero aquello no impedía que al escuchar el mar, el niño, ya no tan niño, se acordase de su caracola. Cada vez que arreciaba la tempestad él sabía que era porque su caracola estaba mal, y dejando todo atrás recorría el camino que le separaba de ella para intentar animarla, hacerla olvidar o, simplemente, haciéndola saber que podía seguir hablando con él pasase lo que pasase, que sus palabras siempre estarían para reconfortarla, al igual que a él le reconfortaba oír el mar en sus días malos, y en él el susurro de su caracola."

Encuentro

Todo salía un tanto extraño aquel día. Los planes que predominaban aquella mañana se perdieron dejando libre un camino hacia ti que antes no era tan posible. El tiempo, caprichoso, había preparado a nuestras espaldas un encuentro entre tu y yo para poder sorprendernos  y no sería yo quien me negara la oportunidad.
Instantes después de llamarte me encontraba subiendo sofocado las escaleras a tu casa. Peldaño a peldaño me impacientaba por encontrarte tras la puerta una vez más. Cuando llegué al último escalón pude vislumbrar tu silueta tras un resquicio de la puerta mientras te disponías a abrirla por completo, una sonrisa boba se planto en mi cara al poder verte frente a mi de nuevo. Te abrace fuerte, tan fuerte como pude, quería darte en un abrazo todos aquellos que no había podido darte en días atrás por estar lejos de ti, dejándote saber que te había echado de menos y demostrándote que el tiempo que pasase sin verte solo podría conseguir que mi próximo abrazo fuera más fuerte.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Fantasías

Entorné los ojos y los fijé en los rayos de luz que se colaban por la persiana. Los rugidos de un camión parado en la calle atronaban en las ventanas despertando a todo aquel que aun durmiera. Ya era de día y como otras muchas veces no dejaba de pensar en ti. Tu piel rozándose con la mía, tus manos sobre mi pecho y nuestras miradas cruzándose de cerca deseosas de tenernos. Apenas había despertado e imaginaba tu cuerpo desnudo apostado sobre el mío a la vez que mis manos se escurrían por tus pechos y tus caderas. Las finas sábanas cubrían escasamente nuestros cuerpos. Tu me besabas mordiéndome los labios y nuestras lenguas se enlazaban jugando la una con la otra mientras nuestros alientos dejaban notar nuestras respiraciones acompasadas. Nuestros cuerpos se encogían el uno con el otro, mientras nuestra respiración, aún a ritmo, se aceleraba. Nos besabamos con cada vez más ganas y mas pasión, si cabía, y nuestras manos se aferraban sobre el cuerpo del otro apretándonos cada vez con mas fuerza. No olvidaba tu olor, tu aliento, el tacto de tu piel en mis manos y cada detalle de tu cuerpo, al igual que muchos días no podía dejar de fantasear contigo y desearte más de lo que te había podido desear antes.

martes, 22 de mayo de 2012

Primera clase


No pensaba que me volvería a pasar, que otra noche mas me acuchillaría la idea de no tenerte y no poder estar contigo de la forma que lo deseaba. No me terminaba de hacer a la idea de que había cosas contigo que se habían acabado. Yo iluso y resignado me quería seguir engañándome pensando que no era así. Pensando que algún día vendrías conmigo, que algún día podría hacer todos los viajes que había imaginado contigo, París, Granada, Córdoba, un palacio de novela en Barcelona, cualquier playa en cualquier lugar o escapadas por lugares donde improvisaría momentos que fuesen inolvidables para los dos. Miles de lugares en los que besarte y donde ahora, si volvía a ir, no podría evitar la idea de imaginarte conmigo allí. Lugares que habría hecho perfectos y hubieran sido perfectos para mi. Ahora no soportaba la idea de hacer aquellos viajes con otra persona aunque tarde o temprano se que terminaría haciéndolos, pero también sabía que realmente tu fuiste la persona para la que planee aquello, y que tu recuerdo pasaría por mi mente cuando estuviera en aquel lugar. Solo espero que ese recuerdo no sea tan fuerte como el que esa noche me quemaba.

domingo, 20 de mayo de 2012

Trago amargo

Día tras día la veía posada en aquella bandeja del frigorífico, prácticamente cubierta por la escarcha que dejaba la pared del mismo, hasta que aquella noche decidí que debía sacarla. La dejé sobre la mesa y estuve un largo tiempo con el vaso en la mano, indeciso entre abrirla o volverla a guardar. Era como cualquier otra, sin importancia, pero no podía mirarla sin pensar que abrirla era renunciar a tomar aquel trago contigo. Tampoco podía dejarla ahí y echarte de menos cada vez que la viera, ya eran suficientes las horas del día en que lo hacía, no creo que fuera necesaria ninguna más. La abrí sin ganas, la rosca tampoco emitió ningún sonido, tal vez aquella botella respetaba mi silencio. La vertí en el vaso deseando que no dejase espuma para una buena excusa por la cual no beberla contigo, pero no no fue así. El vaso quedó perfecto, la cantidad idónea de espuma y un cristal empañado que hacía alusión al frío de aquella cerveza. Cayó por mi garganta mas amarga que ninguna otra, sabía que te echaría de menos cuando la bebiera, pero no pensaba que sería tanto. Un nudo se plantó en mi estómago mientras recordaba los buenos momentos contigo, todas las que nos habíamos bebido hasta entonces y todas las que me bebería aun contigo, pero aquel nudo lo afianzaba el pensar que, tal vez, en aquel verano, sería difícil pasar todo el tiempo que deseaba estar contigo disfrutando de una cerveza como aquella que compré para beberla contigo y hoy me tomaba solo.

sábado, 19 de mayo de 2012

Lazos

No puedo verte triste y quedarme sin hacer nada. Aunque sirva de poco te abrazaré o al menos te haré sentir que siempre, pase lo que pase, me importará que seas feliz. Crearé todas las pequeñas cosas que puedan salir de mi imaginación para que te sientas mejor. Y es que siento la necesidad de decirte una frase que te anime y consiga que al menos una leve sonrisa se presente en tu cara. Cada vez que siento que estas mal o te pasa algo, cada vez que noto que algo te entristece, hay un lazo invisible dentro de mi que se estira cruzando calles, carreteras y ríos hasta llegar a ti, y éste impide que pueda ser completamente feliz sabiendo que tu alegría, hoy, no es la que solía ser. Y es que no hay mejor momento para mi que aquel en el que reímos juntos. Por eso pase lo que pase no puedo evitar querer verte feliz para poder estarlo yo también, porque algo de mi felicidad también se pierde con la tuya, y cada día cueste lo que cueste,  a pesar de que la insistencia pueda hacer que resulte repetitivo, intentaré inventar  una nueva historia que pueda animarte en esos momentos, una historia que te explique que me tendrás ahí, un nuevo cuento que pueda hacerte sonreír.

viernes, 18 de mayo de 2012

Cuando todo sale mal

Son tantas las veces que uno ve personas que a pesar de su forma de ser lo tienen todo. Les ves felices por la calle con su pareja envidiable, la que apenas han necesitado ganarse, la que no aprecian ni quieren. Un coche flamante que desearías tener y una vida que si te ofrecieran no dudarías en cambiar por la tuya. Sin embargo tu no tienes nada. Solo las preocupaciones y una más que evidente mala suerte a la que quedaste condenado un determinado día sin necesidad de romper ningún espejo. Lo único que recibes son tan solo las palabras de aquellas personas que te conocen y te dicen que algún día recibirás tu recompensa por ser como eres, esa que esperarás sin que llegue, porque en esta vida no existen esas recompensas para cierto tipo de personas, sólo existe la rabia, las ganas momentáneas de mandar todo a un lugar que no quiero escribir y finalmente las ganas de llorar por resignación a que todo sea siempre así.

Terrazas

Todo quedaba dorado aquella tarde al verse bañado por el sol. Una suave brisa recorría la calles y giraba las esquinas llevando hasta cada puerta los granos de polen que se suspendían en el aire y dejaban en el ambiente un olor completamente primaveral. La llama de una vela ancha, temblorosa por aire, adornaba el centro de las mesas de la terraza de aquel bar, la cual quedaba delimitada por el brillante verdor de las hojas de aquellas macetas rectangulares. En una de las mesas un músico improvisado lanzaba las notas alegres de su guitarra al viento mientras tanto su acompañante imponía el ritmo percutiendo con los dedos la mesa. Un vaso helado escondía el color de mi cerveza, el cual apenas se podía apreciar en el rastro que había dejado una gota de espuma que al rebosar se había deslizado por el cristal de la caña hasta llegar a la mesa. La primavera se respiraba a la perfección allí sentado. A aquel lugar solo le faltaba una cosa para ser perfecto, que tu estuvieras sentada frente a mi mirándome a los ojos tras los cristales de tus gafas de sol.

jueves, 17 de mayo de 2012

Una duda frente a ti

Así fue como callado, a tu lado, se me encogió el pecho. Un nudo ardía en mi garganta después de que me dijeras aquellas palabras. Siempre había evitado pensar en ese instante en el que viera tan lejos el momento de volver a tenerte cerca. No sabía cuanto tiempo pasaría hasta que nuestros relojes volviesen a coincidir en la misma hora y ya no estaba acostumbrado a eso. Me había acomodado a poder verte y tener la posibilidad de estar contigo casi a cada instante y ahora era una incógnita para mi predecir como serían los días sabiendo que no podría correr a verte, aunque a la mas mínima oportunidad que me dieras lo intentaría. Se hacía tarde y llegaba el momento de despedirse. tras aquella puerta habían pasado tantas cosas... Me encontraba allí de nuevo frente a ti, con mi cuerpo pidiéndome que pasara mi mano tras tu cuello y la acomodara para poder besar tus labios una vez más y despedirme de ti como había soñado, pero para ello no importaban mis ganas si no las tuyas, y no quería obviarlas de aquel modo estropeando el momento, así que me limite a abrazarte con el mayor cariño que se podía dar. Me marcharía de allí con aquel deseo junto a muchos otros, nada distintos a los de otras tantas veces, solo que esta vez no vería tan cerca el momento de poder cambiar mi decisión y terminar haciendo aquello mas tarde, esta vez no sabía cuando volvería a tener la oportunidad de tenerte de ese modo frente a mí, ni sabía si cuando volviese a tu lado me dejases siquiera pensar en poder hacerlo.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Amargo y dulce

"Lo dulce no es tan dulce, si no existe lo amargo" -Vainilla Sky-


 Hoy he echado más de menos que nunca estar contigo. Ver como pasan las horas del día y que nuestras conversaciones no pasan de ser tres frases que se pierden envueltas en un remolino de espacios vacíos que las ocultan. Te tenía exactamente a la misma distancia de siempre, y a la vez, mucho más lejos. Las tareas que ahora ocupaban nuestro tiempo nos separaban haciéndolo amargo. Provocaban que codiciase saber como parar los relojes, para al menos así, disfrutar de una hora más, no para dedicar más tiempo a las labores que me entretenían, sino para hablar una hora a solas contigo, disfrutarla con las mismas ganas que un niño disfruta del primer helado del verano. Volver a acercarme a ti pidiendo una tregua al tiempo para estar a tu lado, que me digas al menos que buscas un resquicio de tiempo para leer estas palabras, al igual que yo lo busco para dedicártelas. Que me tranquilices diciéndome que cuando estos días hallan pasado todo me volverá a resultar tan dulce como antes lo había sido y tras esto volveremos a abrazarnos y estar tan unidos como el último día que pasé a tu lado.

martes, 15 de mayo de 2012

Te equivocabas

Lo repetiste más de una vez durante aquellas largas conversaciones que no hacían nada más que comenzar. Amenizaban las tardes, nos entretenían y nos divertían. Recuerdo como dejaba escapar alguna vez que otra frases que mi imaginación creaba al pensar en ti. Desde el otro lado imaginaba la cara que pondrías, dulce, sonriente y algo vergonzosa. Fueron muchas las tardes que dejaba escapar aquellas palabras que decías que te ruborizaban. Incansable, mi imaginación pintaba en mi mente tu gesto en aquellos instantes. Te imaginaba cubriéndote por vergüenza, tapando una dulce sonrisa con tu mano, mientras con la otra sujetabas el ordenador. Siempre me dijiste que algún día me cansaría, que se me acabaría aquel repertorio de palabras bonitas que usaba para sonrojarte. Y, aunque eras tu la que me las inspiraba, yo nunca llegué a negar que tal vez sucediese así. Poco a poco cesaste en tu empeño de convencerme de que no podría decirte aquello siempre. Y hoy, no se por qué, me ha venido a la cabeza decirte que, hasta este preciso instante, te equivocabas.

Tipos de gente

Todos los días se cruzará gente contigo. Una y otra vez encontrarás personas que te harán pasar malos ratos, te harán enfadar y te harán sentir mal, pero siempre quedarán otras que te querrán. Los días en que las primeras aparezcan en tu vida son en los que mas debes tener en cuenta que otras estarán ahí para hacerte sonreir, para intentar hacerte felíz y para abrazarte si fuera necesario.
Yo no era ninguna de ellas. Simplemente pasé por su lado aquel día sin saber quien era. No se si sería por la  mañana o, tal vez, por la tarde. No recuerdo si el cielo estaba soleado o nublado. Solo recuerdo que aquel día vi a una chica de sonrisa graciosa, hoyuelos marcados y piel clara, cuya figura a contra luz me hizo voltear la cabeza deseando volverla a apreciar. Aquel día fui solamente uno más que se cruzó con ella, pero cuando pude conocer el interior de su sonrisa quise ser la persona que recordara por hacerle constantemente reír, que le ayudase cuando lo necesitara y que le hiciese feliz.
No pierdas esa sonrisa por nada, porque yo estaré todos los días intentando que te sientas bien. Y, a la más mínima, poder volver a ver aquellos hoyuelos que me dejaron prendado la primera vez. Esos que, por mas golpes que me de en la cabeza, dudo que pueda olvidar.

viernes, 11 de mayo de 2012

Despertares


Despertaba sonriendo. Eran ya muchos los días que contaba teniendo en mi pecho esa sensación. Los rayos de sol atravesaban uno a uno las hendiduras de la persiana. Desde la cama, sonriendo, me tumbaba boca arriba a mirar las motas de polvo que bailaban en los rayos de sol. Brillaban y se cruzaban suavemente en el aire. Mi cabeza se hundía en la almohada y mis dedos se entrelazaban bajo ella, alzándola lo suficiente para poder acomodar mi vista sobre aquella ventana. Disfrutaba relajadamente de aquellos momentos antes de levantarme. Pasaba el tiempo allí y seguía pensando que sería lo que podía haber soñado que me hacía tan feliz. Recordaba que avanzada la noche había despertado por error de aquel sueño y me cerré con fuerza los ojos. Quería volver a dormirme rápidamente para poder retomarlo, pero no sin antes prometerme que recordaría aquella fantasía. Sabía que si había hecho aquello era porque realmente me había encantado aquel sueño. Pero por más que lo intentaba no lograba que alguna imagen de él viniera a mi mente. Disfrutaba de aquellos últimos instantes con una sonrisa en mis labios sin llegar a recordar aquel sueño, pero sabiendo que había sido maravilloso. Miré mi móvil para comprobar cuanto tiempo me quedaba para disfrutar allí tumbado. Fue entonces cuando descubrí una nota en él. Había escrito tu nombre en un mensaje. En ese instante vi con claridad mi sueño. Había soñado contigo.

jueves, 10 de mayo de 2012

Excusa

Los días fríos y lluviosos habían quedado atrás como se pasa de un fotograma a otro. El calor bochornoso y pegajoso inundaba ahora todo. Caía la tarde cuando llegué a mi casa agotado. Abrí la puerta y me recibió exultante una agradable corriente de aire frío, dejándome llevar por ella me adentré en el salón y me dejé caer en el sofá, una vez allí, me percaté de algo, tenía que llamarla para decirle que al despedirme de ella me habia llevado algo sin darme cuenta. Al salir por aquella puerta con prisa y a la vez recelo no me pude fijar, pero ahora, ya tranquilo lo noté, había quedado atrapado en mi ropa el olor de tu piel. Era dulce y atrapaba todo el aire de mi alrededor, apoderándose de mis sentidos. Las imagenes de los abrazos y las caricias que impregnaron tu perfume en mi volaban una tras otra por mi mente, y con ellas el resto de momentos de aquella tarde contigo. Me temblaba la boca por el recuerdo de tus besos, la ternura de tus labios se había quedado grabada en los míos. Llevaba tu sabor en la boca, tu olor en mi ropa y una sonrisa en la cara provocada por la sensación de ti que aún rondaba por mi cuerpo. No podía quedarme con todas ellas, tenía que ir a devolvértelas. Era la mejor excusa para volverte a ver.

martes, 8 de mayo de 2012

Arcoiris

Un arcoiris se mostraba bajo la única nube gris que se extendía en el cielo. Asomado a mi ventana, como otras tantas veces, no dejaba de mirar aquel destello de luz de colores sin poder evitar pensar en ella al hacerlo. Pensaba en todas las cosas que me recordaban a ella, una lista casi interminable. Pensaba en todo lo que la echaba de menos y en lo mal que nos habíamos despedido el día anterior. La sensación de perderla no dejaba de rondar mi cabeza. Creía constantemente que al buscarla no estaría, o lo que es peor, que la encontrara y no me hablase. Como siempre imaginaba demasiado, dejaba que mi mente pensase y pensase sin atreverme a preguntar. Por miedo a que no estuviera tardé en cruzar aquella puerta que separaba la realidad de la imaginación. Y como siempre, al abrirla,  descubrí que estaba allí. Sus palabras tornaron una vez más la seriedad de mi cara en una suave sonrisa. Llegué a pensar que aquella sonrisa no podía ser mayor, pero entonces una frase suya me volvió enseñar que me equivocaba de nuevo. "Hoy he visto el arco iris y, no se por qué, me he acordado de ti". No cabía mas sonrisa en mi cara al oír aquellas palabras. No podía tener mas ganas de abrazarla que en aquel momento. Y una vez más, pero esta a su lado, mi mente volvió a imaginar. Tal vez en un futuro, estando en lugares distintos, volveríamos a ver algo que nos recordase el uno otro, y entonces, sin necesidad de estar juntos, volvería a sonreír por ella como lo hacía en aquel preciso instante.

sábado, 5 de mayo de 2012

Loco

La lluvia se cernía sobre la ciudad. La oscuridad de la noche se hacía mas intensa debido a las espesas nubes que cubrían el cielo. Solo la débil luz de las farolas daba tono a las sombras de aquella noche. Recorría apresurado esquina tras esquina. Escondiéndome bajo las terrazas y los salientes fui evitando las cascadas de agua que se desprendían de los tejados y los canalones. Calle tras calle cruzaba la ciudad esquivando la lluvia, saltando los charcos y buscando la claridad de unas luces que reflejaban la intensidad de un diluvio que no cesaba. El agua chorreaba por mi pelo y calaba mi ropa. Notaba como comenzaba a humedecerse mi cuerpo cuando al cruzar la esquina pude vislumbrar la fachada de su casa. Un zócalo de piedra cobriza cubría toda la parte inferior de la casa. El resto se dejaba vestir de un tono marfil que contrastaba a la perfección con la oscuridad de aquella noche. Unos soportes de madera oscura sostenían un canalón que rebosaba dejando escapar hilos de agua hasta la acera. Bajé mi vista a su ventana y fue entonces cuando pude ver su rostro clavado en mi. Corrió la cortina y abrió la ventana. Sus ojos marrones atravesaban mi cuerpo, su mirada era profunda y tenía un brillo semejante al de la primera gota de rocío cuando es atravesada por el sol. Había ido hasta allí solo para ver esa mirada y poder escuchar su voz. Esa voz que al verme solo supo dejar escapar un suspiro y dos palabras: "Estás loco"

viernes, 4 de mayo de 2012

La deformidad del tiempo

Hoy me he pasado las horas contando el tiempo que quedaba para verte, midiendo la distancia que recorre el reloj y cuantas vueltas daba desde la última vez que te había visto. Soñé toda la noche con volver a estar contigo pero la distancia de ese reloj se volvió a agrandar. Una vez más esa maldita aguja tenia que recorrer una distancia que me parecía infinita. Ansiaba que pasase ese tiempo que no habia hecho nada mas que comenzar. Deseaba que aquella alargada espina avanzase rápido en su recorrido, pero por mas que yo lo desease no aceleraría su paso. Mi impaciencia no haría sino provocarme la sensación de que aquel tiempo se alargaba. Solo me quedaba esperar impaciente que los días pasasen hasta encontrarte otra vez, y que una vez a tu lado, el reloj se volviera a encoger.

jueves, 3 de mayo de 2012

Solo pude sonreir

Era temprano. Me desperté poco antes de que sonase el despertador. No podía seguir durmiendo. Deambulé impaciente por un piso que se me hacía pequeño. Lo recorrí una y otra vez de punta a punta. Busqué mil cosas que hacer, hasta que, por fin, vi tu mensaje... se me dibujó la sonrisa mas tonta que he tenido jamás en mi cara. Me dijiste que ya habías llegado, que venías a visitarme, que pasarías un tiempo conmigo. Solo verte entrar por la puerta ya me hizo sonreír y no pasó mucho tiempo desde ese momento hasta que te abracé. No se decir que día pudo ser mejor que aquel que pasé contigo. Reí como un tonto con cada cosa que me enseñabas y quería hacerte reír en todo momento. Cada sonrisa tuya me iluminaba la mirada. Los abrazos que nos dimos me dejaron encantado y cada segundo que transcurrió lo pasé con el corazón lleno de alegría. Las horas de aquel día pasaron mas rápido de lo que hubiera deseado, pero pasaron mientras sonreíamos, mientras nos mirábamos y  nos abrazábamos. Todas las preocupaciones que podría tener volaron de mi mente mientras estuve a tu lado. No pude estar mas a gusto nunca que en aquellas horas contigo. Y no creo que si existe la felicidad pueda ser muy distinta a lo que yo sentí en aquellos momentos que pasé acompañado de tu sonrisa.

martes, 1 de mayo de 2012

Agua fría

Abrí el grifo buscando templar el agua que caía de la ducha. Dejándola correr busqué una emisora en la radio en la que hubiese algo de música y subí el volumen hasta que casi resultase molesto. Las hebras de vapor que dejaba el agua caliente recorrían ya toda la habitación. Me dispuse a quitarme la ropa y lanzarla sobre la cama. Entré en la ducha dejando que el agua me bañase por completo, dejando lentamente que se deslizase por mi piel creando una fina película por todo mi cuerpo. Comencé a oír Video Games de fondo sonando en la radio. El agua empezó a arrancarme las lágrimas y los recuerdos uno a uno. Un fino hilo de agua se escurría por un mechón de mi pelo cayendo frente a mi mirada perdida en el fondo de aquella bañera. La canción seguía clavándose en mis oídos. Mi respiración se acentuaba y mis músculos se contraían de rabia frente al paso de los recuerdos por mi mente. Poco a poco notaba como el agua caliente se iba templando y se tornaba cada vez más fría sobre mí. Con los puños y la mandíbula apretados salí de la ducha al tiempo que la canción se apagaba. Aún mojado solo tuve fuerzas para llegar a la cama y caer de rodillas junto a ella. Dejé el resto de mi cuerpo yacer sobre las sábanas y mi ropa, empapadas por el agua que aún me recorría. Allí permanecí tumbado, hecho un ovillo hasta que la canción dejó de retumbar en mis oídos.