lunes, 11 de junio de 2012

A tu lado

Me acomodaba junto a ti rebulléndome como podía en el espacio que me dejabas, pero poco importaba aquello, porque a tu lado no era necesario demasiado para poder estar a gusto. Apoyaba mi cabeza junto a la tuya en aquella almohada y miraba fijamente tus ojos, alumbrados por una tenue luz cuya procedencia no acertaba descubrir. Me encantaba sentir tu respiración tan cerca y poder aproximarme de cuando en cuando a tu mejilla para besarla suavemente. Quería acariciarte durante aquella noche hasta que se nos cerrasen los ojos y, al llegar la mañana, no querer abrirlos por si todo lo ocurrido había sido soñado. Pero la poca claridad que la persiana permitía entrar y las ganas de desayunar tus besos aquella mañana conseguían que finalmente me atreviera a abrirlos para poder descubrirte de nuevo a mi lado y, con una sonrisa, convencerme de que todo aquello no era soñado.
P.D: Se me olvidó decirte "Buenos días princesa".


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