sábado, 16 de junio de 2012

Sin fecha

Desde el momento en el que me separé de ti quise saber cuándo volvería a verte, para así, aún echándote de menos en cada instante, solo con saber cuándo te volvería a ver hacía que sobrellevase aquel tiempo con más alegría y con otras ganas. Afronté aquellos días sabiendo que cada segundo que pasaba era un segundo que descontaba al tiempo que faltaba hasta volver a verte. Era feliz poniendo fecha a mi próximo abrazo y mi próximo beso, pero nada es seguro nunca hasta que ocurre. Como todo castillo de arena construido mucho antes del verano aquella esperanza se derrumbaría. A mitad de mi cuenta atrás para poder estar contigo descubrimos que aquel día pactado no podría ser el que volviésemos a vernos y, de ese modo, todo el apoyo que fijaba día tras día en tenerte cerca quedó reducido a un amasijo de escombros dentro de mi pensamiento. Parte de mi alegría, sobre todo en aquel día en el que mis sentimientos flotaban sobre barcos de papel en llamas, se apoyaba sobre la idea de que quedaba menos tiempo para volver a verte, y aquella noticia no hacía sino terminar de quemar aquellos barcos. Ahora no tenía un día fijo en el que dejar de echarte de menos, un día al que taladrar en el calendario con mi  mirada y en el que pensar mientras dormía. Ahora solo me quedaban las cosas que me apenaban y hasta entonces había eludido y, junto con ellas, unas ganas aún mayores de volver verte y abrazarte sin dejar que te separases de mí.

0 comentarios:

Publicar un comentario