jueves, 21 de junio de 2012

Pasaba por aquí


No había parado en toda la tarde,  de un sitio a otro sin tiempo de descansar, hacía un día caluroso digno del verano de no ser por las nubes dispersas que en ocasiones amenazaban tormenta, pero eran tan tímidas como siempre y aquel día no llegaron a mostrarse. La casualidad hizo que aquella tarde pasara muy cerca de tu casa, y no podía irme de allí solo diciéndote que había pasado. Tenía, al menos, pasar por la puerta de tu casa, aunque para ello me tuviese que desviar de mi camino, aun sabiendo que podría no verte, pero tenía que hacerlo. Una vez allí no pude evitar llamarte desde la esquina de tu calle para decirte lo cerca que estaba de ti. Por un instante llegué a pensar que me iría de allí sin verte. Fue entonces cuando te vi asomada tras la puerta e inevitablemente tuve que sonreír. Había sido poco tiempo el que pasamos hablando pero en aquel momento lo aprecié como pocas veces, y tan solo eché de menos poder abrazarte y besarte como lo habría hecho en otro lugar.

Al llegar a casa me di cuenta que el único momento que descansé en todo el día fue aquel en el que estuve contigo y que de no ser por ese momento habría sido una tarde desquiciante, pero el haberte visto unos instantes sonreír, haberte abrazado y haber oído tu voz decir “conociéndote, no sé cómo no lo sabía” me alegró la tarde. Había sido el mejor momento de todo mi día y, como no podía haber sido de otra forma, había sido contigo.

0 comentarios:

Publicar un comentario