miércoles, 6 de junio de 2012

Poco, pero contigo

Tropezaba paso a paso con los escalones. Me podía la impaciencia . Recorrí la calle a toda prisa sin pararme a observar ni un solo detalle de lo que me rodeaba. No me detuve hasta plantarme frente a su portal. Llamé al timbre, y como siempre, sin preguntar, abrió la puerta. No pude esperar al ascensor, estaba ansiando verla. Siempre esperaba con la puerta abierta, pero hoy, que quería verla mas que nunca, tuve que esperar tras la puerta y tocar el timbre. Por fin abrió, estaba allí, tras aquella puerta, tan guapa como siempre, la hubiera besado nada mas verla en aquel mismo instante, pero me limité a abrazarla fuerte, y no creo que importara porque lo deseaba en la misma medida. No estuvimos juntos demasiado tiempo, y además pasó deprisa, como cada minuto que pasé a su lado. Aún así fue suficiente tiempo para que en la primera risotada de los dos me acordase de todas las veces que habíamos reído antes y de lo bien que me sentía estando con ella. Aquello provocó que mis ganas habituales de abrazarla crecieran, y es que además no sabía hasta cuando tendría que estar sin poder volver a hacerlo. Por eso, antes de marcharme, la envolví mil veces entre mis brazos, pero aun así no me parecian suficientes para expresarle todo lo que quería. No pude resistirme, con el mismo deseo que cuando la vi tras la puerta nada mas llegar, y con todo el sentimiento de tener que separarme de ella, besé su dulce boca. Mientras, en mi interior, se esvozaba una sonrisa al ver que me devolvía aquel beso con el que le quise decir todo aquello que no sabía explicarle con palabras.

0 comentarios:

Publicar un comentario